Eres la flor más bella del jardín,
todos te miman con dulzura,
esperando que compartas tu alegría,
y hagas especial este día.
Me acerco a tí,
como cada día,
observándote,
escudriñando tu mirada,
tratando de adivinarte.
Tu sonrisa...
nada en este mundo se podría igualar
a tu sonrisa.
Mi corazón me dice...
¡Escribamos nuevos versos,
entrelazando nuestros labios,
en una intensa caricia!
Marcado a fuego me dejas,
por tus palabras juguetonas y vaciles,
me enamoro de tu bondad y confianza,
en sólo seis horas de conversaciones febriles.
Conocerte es como tocar una roja rosa,
bañada por el tenue rocío de la mañana,
y verla florecer,
abriéndose a las caricias de mis manos,
que disfrutan de su tersura.
Cada día que te veo,
busco la frase exacta,
que me muestre tal como soy,
la tontería justa,
que haga explotar en ti la risa,
el breve cruce de miradas,
como una puerta abierta a tu alma.
Libraste mil batallas,
luchando contra las olas,
tratando de vivir cada momento,
tratas de impresionarme,
y entre tus mareantes curvas atraparme.
Cuando no te tengo,
me desangro de recuerdos,
trato de aferrarte a mí,
pero gota a gota te voy perdiendo,
desparramando en el olvido.
El futuro es cada vez menos cierto,
hoy sé que no te tengo,
el tiempo se me agota,
como vela que se consume, solitaria.
De una cosa estoy seguro,
que no volveré a dejarte ir,
rosa primaveral,
no tropezaré en la misma piedra de nuevo,
quiero cuidar de ti como nadie lo ha hecho,
que a fuerza de mezclarnos seamos uno,
y marchitarnos juntos y enredados.
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