Flor, no te marchites,
que el agua que ahora te doy alimente tus entrañas,
elimine tu desazón y ahogue tus penas.
Flor, te cantaré y mimaré,
para que tus pétalos recuperen su tersura
y se sientan dichosos de abrirse al nuevo sol de la mañana.
Renace cual ave Fénix,
y alegra con tu belleza la vida de los que te rodean.