De nada sirve lamentarse. De nada. El tiempo dará la razón a los que la tienen. Siempre, siempre hay segundas oportunidades.
Al final tus convicciones deben guiarte, respetarte a tí mismo como respetas a los demás, y no te rías de nadie, a menos que ellos se rían de tí primero.
Muchas veces, cuando te pones a reflexionar sobre tí mismo (si tienes que hacerlo es porque no estás del todo bien; hay que admitirlo y empezar por ahí), descubres que acabas siendo egocéntrico y egoísta como el que más, casi sin quererlo. Porque al fin y al cabo, estás pensando sólo en tí, la mayor parte del tiempo que lo haces. Pero también es natural, permitidme mi minuto de gloria a lo Saray ;-).