
Tu barco, velero blanco de proa engalanada
y velas inmaculadas y recogidas,
yace, solitario entre las olas, en calma.
No se imagina
que un pirata le acecha,
rápido y silencioso,
a pesar del ausente viento.
Me acerco, preparando mis cañones,
para la batalla que avecina.